Ha llegado el Adviento - un tiempo para preparar nuestros corazones para el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo y su regreso al final de los tiempos.
La naturaleza penitencial del tiempo de Adviento nos permite reflexionar sobre nuestras propias debilidades que nos impiden tener un encuentro total con Cristo. Durante el Adviento, al escuchar la palabra de Dios, en los himnos que cantamos y en las oraciones que ofrecemos, centramos nuestra atención en el nacimiento del Salvador que viene. Recibamos con brazos abiertos a este tiempo sagrado para que las gracias de Dios penetren en nuestras mentes y corazones sabiendo que Cristo se encuentra en la Sagrada Eucaristía y está siempre cerca.
Este mes también reconocemos el papel de la Santísima Virgen María en la historia de la salvación.
Celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María el 8 de diciembre, día de precepto. En 1854, la declaración solemne del Papa Pío IX en su encíclica, "Ineffabilis Deus", aclaró que María fue concebida libre del pecado original y por lo tanto se le concedió este extraordinario privilegio debido a su papel único como Madre de Dios. María, únicamente humana, nacida sin pecado, es un modelo para toda la humanidad por su santidad y pureza.
Reconozcamos a Cristo en cada momento de nuestras vidas y en cada persona con la que nos encontremos en este tiempo; y demos gracias a nuestra Santísima Madre por su "sí" al plan de Dios. Que también nosotros entremos en este tiempo diciendo "sí" a la invitación de Dios a ser uno con Él.