A partir del 23 de mayo de 2021, el Domingo de Pentecostés, se rescindirán los protocolos temporales para la celebración de los sacramentos que fueron iniciados durante la pandemia de COVID-19 y se anulará la temporal dispensación de la obligación de asistir a la Misa dominical que otorgue debido a la pandemia. Con alegría, invito a todos los Católicos a que vuelvan a participar en persona en los sacramentos y en la vida de la parroquia. Viendo los efectos de las vacunas de COVID-19 que indican una disminución de infecciones y un aumento en las actividades tomando lugar en persona, seguimos rezando por aquellos a quienes esta pandemia les ha causado dificultades significativas, especialmente por los que han fallecido. A pesar de esta dolorosa experiencia, mantenemos la esperanza, sabiendo que saldremos de esto fortalecidos por los sacramentos y renovados en el Evangelio.
Aunque la dispensación por el COVID-19 ya no estará en vigor, la enseñanza general de la Iglesia permanece; es decir, una razón seria excusa a uno de la obligación de asistir a la Misa dominical, incluso sin dispensación (CIC 2181). Cualquier persona quien al asistir a la Misa dominical representa un grave riesgo a su salud (incluyendo cualquier persona con COVID-19 o quien necesite aislarse debido a los síntomas de COVID-19) está excusada de la obligación de asistir a la Misa dominical. Además, las personas pueden solicitar de su párroco una dispensación de la obligación dominical por cualquier tipo de enfermedad grave u otra razón seria.
Aprecio al clero y a los líderes laicos de cada parroquia quienes fielmente han mantenido los protocolos durante la pandemia. La diligencia que ha mostrado nuestra diócesis ha hecho una contribución significativa para el bien común de nuestras comunidades. A medida que seguimos adelante y los protocolos son rescindidos, les pido que sigamos apoyándonos los unos a los otros en caridad Cristiana, sabiendo que, por una buena razón, algunos seguirán tomando precauciones por su propia salud y la salud de sus familias. Estamos llamados a ser sensibles y respetuosos unos con otros.
Hermanos y hermanas, estoy agradecido por sus oraciones, fidelidad y paciencia durante esta pandemia. En medio de esta desafiante experiencia, Dios continúa caminando con nosotros. Nunca dejemos de dirigirnos a Dios para fortalecer nuestra determinación y calmar nuestros temores. También, únanse conmigo para apoyar a nuestros sacerdotes y pidamos por la intercesión de San Juan Vianney, para que Dios les conceda la gracia y la habilidad que necesitan para liderar bien a nuestras parroquias.
Que el Espíritu Santo nos infunda con Su gracia este Pentecostés, enviándonos para llenar el mundo con Su sabiduría y santidad como los primeros discípulos.