Ayer, las ciudades de Austin y San Antonio experimentaron actos de violencia sin sentido que cobraron las vidas de seis personas e hirieron a otras. Estoy horrorizado por estos eventos trágicos que sacudieron a nuestras comunidades.
Unámonos en oración pidiendo a Dios sanación y esperanza durante este tiempo de oscuridad. Debemos defender siempre la santidad de cada vida humana y promover una cultura de paz en donde la dignidad inherente de cada persona sea respetada y protegida.
Permanezco siempre agradecido con nuestros dedicados primeros respondientes y oficiales del cumplimiento de la ley cuyo deber con frecuencia los coloca al alcance del peligro. Que regresen con bien a sus seres queridos al final de cada día.
Pido la intercesión de nuestra Santísima Madre por aquellos cuyas vidas han cambiado para siempre. Que encuentren fortaleza, solaz y consuelo en Jesucristo nuestro Señor y Salvador.