Me uno en expresar mi más profunda tristeza a las familias de los que perecieron dentro del remolque de un camión abandonado en San Antonio. Cerca de 50 migrantes, adultos y niños, murieron y muchos otros permanecen hospitalizados.
Estas personas arriesgaron su bien estar en la esperanza de encontrar una mejor vida para ellos y sus familias. Extiendo mis oraciones al Arzobispo Gustavo García-Siller y a su rebaño que continúan afligidos por la pérdida y el dolor de la tragedia en Uvalde.
Oramos a través de la intercesión de nuestra Santísima Madre, por las vidas perdidas en esta tragedia y por quienes están viviendo y enfrentando decisiones difíciles, que conozcan el consuelo de su amparo amoroso.