Mi corazón está lleno de una profunda gratitud por servir como su pastor. Dios ha derramado su bondad en nuestras 127 parroquias, misiones y capillas, en nuestras escuelas católicas, a través de Caridades Católicas y los numerosos apostolados. Estamos unidos a través de nuestra fe y bendecidos con nuestra diversidad en personas de diferentes etnias, culturas y tradiciones.
A lo largo de este año, he reflexionado sobre la generosidad de Dios hacia el pueblo del centro de Texas. El gran éxito de la Campaña Capital Encontrando a Cristo hizo posible construir y dedicar tres nuevas iglesias en parroquias que no habrían podido cumplir su sueño sin la colaboración de la diócesis. Una visión renovada del ministerio vocacional en toda la diócesis está dando buenos frutos a medida que Dios continúa llamando a los jóvenes al sacerdocio y la vida religiosa. Este año dimos la bienvenida a la diócesis a doce nuevos seminaristas, la clase más grande en más de una década. Nuestros centros ministeriales en universidades continúan formando jóvenes para que crezcan en sabiduría y santidad.
Al cerrar un año de celebración por el 75 aniversario de la Diócesis de Austin, hago un llamado a cada uno de nosotros para reavivar nuestro amor por Jesucristo y su Iglesia. Únanse a mí para dar gracias a Dios por sus abundantes bendiciones y su cuidado providencial durante nuestros setenta y cinco años como diócesis. ¡Que Dios nos envíe llenos de esperanza y santidad por generaciones venideras!
Encomendando la Diócesis al amoroso abrazo de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, estoy