Durante diez semanas en 2020, la Diócesis de Austin enfrentó un tiempo sin precedentes en la historia, ya que nuestros santuarios estaban cerrados a las Misas públicas. A través de ese período tan difícil, la gracia de Dios nos acompañó de muchas maneras nuevas. Un resultado inesperado fue que la tecnología ayudó a nuestros sacerdotes y parroquias a mantener la conexión espiritual a través de liturgias transmitidas en vivo.
Aunque hemos reanudado de una forma constante la celebración de nuestras sagradas liturgias hasta el punto de poder reunirnos sin la ansiedad de propagar el virus, la decisión de restringir la distribución de la Preciosa Sangre se ha mantenido como una precaución. Después de consultar con los profesionales de la salud y a través de un discernimiento en oración, he tomado la decisión de que, a partir del 14 de septiembre de 2022, todas las parroquias volverán a ofrecer la Preciosa Sangre en las Misas dominicales (incluyendo la Vigilia) y, si es posible, en las Misas entresemana.
Sé que algunas personas siguen preocupadas por la recepción de la Preciosa Sangre. Es importante entender que la teología de la Iglesia permite la recepción bajo una sola especie, el Cuerpo o la Sangre de Cristo. Al mismo tiempo, la Iglesia reconoce el beneficio espiritual de comulgar con nuestro Señor bajo ambas especies. "Para que, en el banquete eucarístico, la plenitud del signo aparezca ante los fieles con mayor claridad, son admitidos a la Comunión bajo las dos especies también los fieles laicos, en los casos indicados en los libros litúrgicos..." (Redemptionis Sacramentum, 100).
Con esta hermosa teología de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, es importante saber que la plenitud de Cristo Eucarístico se recibe en la hostia consagrada y el vino consagrado, que se convierten en su Cuerpo y Sangre. Ya sea que uno reciba sólo el Cuerpo o sólo la Sangre, o ambos, el Cuerpo y la Sangre juntos, uno recibe la plenitud de Cristo.
Oro para que, en este tiempo de Reavivamiento Eucarístico, podamos llegar a un encuentro cada vez más rico con el Verbo hecho carne en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.