La oración es la base de todo lo que hacemos en defensa de la vida humana. Nuestros esfuerzos, ya sean educativos, pastorales o legislativos, serán menos fructíferos si no cambiamos de corazón y si no superamos nuestra propia ceguera espiritual. Solo con la oración, la oración que asalta los cielos por justicia y misericordia, la oración que limpia nuestro corazón y nuestra alma, la cultura de la muerte que nos rodea hoy será reemplazada por una cultura de la vida.
El ministerio debe organizar e implementar oportunidades para que los feligreses oren en nombre de una cultura de vida como comunidad fomentando la participación en los servicios y eventos de oración diocesano, regionales o parroquiales.
El Coordinador del Ministerio debe trabajar en estrecha colaboración con el párroco para atender las necesidades de la parroquia. Al estar consciente de las necesidades de la parroquia y los dones disponibles entre sus feligreses, el ministerio florecerá.